Imagine que tiene el estómago vacío. Y que en casa lo espera un apetitoso ceviche. Su mejor amigo ha comprado dos bandejas de reineta fresca en el supermercado más cercano. Ha llorado picando la cebolla, el perejil…estrujado el kilo de limones. Llega la hora del pescado, pero ¡eureka! el animal marino huele a alcantarilla tapada…